Un niño, aunque privado de la libertad, no dejará de serlo. Asumirá el rol socialmente asignado, si ha sido definido como delincuente, asumirá su papel criminal. Aunque inicie como un juego, querrá que lo vean como tal, como el "malo".
Los últimos acontecimientos sucedidos en el país, especialmente en Bogotá, muestran la necesidad de abordar con ojos críticos el estado actual de los centros de internamiento para adolescentes, sus condiciones, el respeto de derechos y especialmente la forma y el método del acto educativo.
En efecto, un centro que se rige más por el castigo, la represión, la disciplina y el control de las conductas de los adolescentes, que por la educación, está condenando al adolescente al inicio de una carrera criminal, pues ha entrado al sistema y allí no recibe o inicia un proceso de educación u oportunidad, inicia su proceso de criminalización.
Un sistema que se preocupa más por el castigo y la disciplina, que sanciona sin mayor explicación o acción comunicativa, lo que hace en el estudiante es generar procesos de rebeldía, venganza, odio, pero no de reflexión o conciencia moral, en otras palabras, allí lo que se busca es crear, moldear o generar un sujeto que cumpla las reglas, pero sin conciencia moral o crítica, por eso no se le permite reflexionar sobre el acto educativo, sobre su futuro, o su presente, se busca es que obedezca de manera acrítica, sin reflexión, cuando él quiere reflexionar, cuestionar o preguntar, es castigado, aislado y paradójicamente encerrado en una celda a la que le llaman: "de reflexión".
Los últimos acontecimientos sucedidos en el país, especialmente en Bogotá, muestran la necesidad de abordar con ojos críticos el estado actual de los centros de internamiento para adolescentes, sus condiciones, el respeto de derechos y especialmente la forma y el método del acto educativo.
En efecto, un centro que se rige más por el castigo, la represión, la disciplina y el control de las conductas de los adolescentes, que por la educación, está condenando al adolescente al inicio de una carrera criminal, pues ha entrado al sistema y allí no recibe o inicia un proceso de educación u oportunidad, inicia su proceso de criminalización.
Un sistema que se preocupa más por el castigo y la disciplina, que sanciona sin mayor explicación o acción comunicativa, lo que hace en el estudiante es generar procesos de rebeldía, venganza, odio, pero no de reflexión o conciencia moral, en otras palabras, allí lo que se busca es crear, moldear o generar un sujeto que cumpla las reglas, pero sin conciencia moral o crítica, por eso no se le permite reflexionar sobre el acto educativo, sobre su futuro, o su presente, se busca es que obedezca de manera acrítica, sin reflexión, cuando él quiere reflexionar, cuestionar o preguntar, es castigado, aislado y paradójicamente encerrado en una celda a la que le llaman: "de reflexión".
Gracias a la arquitectura, a la disposición de las celdas, a la amenaza constante de nueva penalidad, al castigo, al aislamiento y al encierro como forma de disciplinar y controlar, fracasó la finalidad educativa del sistema de responsabilidad penal para adolescentes.
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